Hay empresas que corren ante el riesgo de ser aplastadas en este mundo de tensión creciente y una revolución tecnológica que, para Sofía Vago la CEO de Accenture en Argentina, tiene un impacto mayor al de la revolución industrial.
Por cierto, la capacidad de decidir dónde se va y cómo se redefine el negocio, está al tope de las agendas. Requiere esfuerzo y preparase para una batalla constante, como suelen decir los CEO. Y esta vez no parece pura palabrería.
Vago le dice a Clarín que la demanda de servicios para la transformación de los negocios es altísima en una Argentina con horizonte de estabilidad. “La inteligencia artificial es una realidad y un cambio de paradigma absoluto que está afectando la forma en que las compañías se reorganizan”.
Accenture, con su corazón en EE.UU., contabiliza 800 mil personas en el globo y una facturación de US$ 64.900 millones. Se trata de una de las big four, las grandes consultoras planetarias y cotiza en Wall Street. Exportan servicios de abogacía, administración, inteligencia artificial para procesos operativos, reclutamiento de personal y entrenamiento, entre otros.
En la Argentina con 14.300 empleados representan el 8% de las exportaciones de la industria del conocimiento que el año pasado totalizaron US$ 9.000 millones. Y suman a sus tres localizaciones en el interior (Rosario, Buenos Aires y Córdoba) las nuevas sedes de Mendoza y Salta para estar cerca de sus clientes mineros y de energía.
En la visión de Vago, la clave es utilizar la Inteligencia Artificial como herramienta evitando apoyarse en los procesos actuales sino re-definiéndolos. “Pensamos en la utilización de la IA desde un lugar radicalmente distinto”.
Puesta a dar ejemplos, comenta, omitiendo nombres por las reglas de confidencialidad: “En el área de Energía, la IA genera una acción, desde pedir o abrir una orden de mantenimiento, detectar o predecir una falla o un defecto y automáticamente genera la orden, mandar la cuadrilla y planificar el abastecimiento de los materiales que se necesiten en tiempo real”.
En el caso de minería, “donde existen problemas climáticos o problemas en términos de geolocalización, la herramienta establece cuál es la mejor ruta en tiempo real y se vuelve muy eficiente el abastecimiento y la distribución en función de necesidades y consumos en interacción directa con el chofer. Genera acciones en lo que tiene que suceder en el apoyo logístico. Otro tema que avanza es en la medición de la huella de carbono para utilizar mejor la energía”.
-Al margen de las necesidad tecnológica, ¿qué perciben sus clientes en Argentina?
-La apreciación del peso empuja a un salto en la eficiencia y a definir productos de mayor valor agregado. En nuestro caso estamos posicionados en un lugar premium y con la ventaja de una zona horaria igual a EE.UU.. Además del talento y el idioma con un nivel que aún es sobresaliente en Argentina. Y la estabilidad da horizonte a la casa matriz y a los clientes si hay reglas de juego claras.
-¿Qué preguntan del proceso argentino?
-Reporto al área Latam cuya cabeza es el argentino Nicolás Goldstein y se ve como una gran oportunidad. Observamos nuevos negocios, otros modelos comerciales, acuerdos entre competidores, con la macro estabilizada, siempre que la institucionalidad sea fuerte. Hay preocupación por el drama educativo y un stock de talento que se puede agotar. Nosotros somos una locación estratégica. Hay muy pocas en el mundo. Y generamos servicios estratégicos para nuestros propios líderes globales. El equipo dedicado a investigación a nivel global está en Argentina.
Mucho de eso se respira en la que era una fábrica metalúrgica abandonada en el ahora remozado distrito tecnológico en Parque Patricios. El edificio de seis plantas y pocos despachos con amplios livings se diferencia por áreas que llevan el nombre de distintos barrios porteños. El diseño fue del estudio del fallecido Mario Roberto Alvarez y la decoración, de Rosellini. El nivel de tecnología es asombroso. Un dato: en las mesas hay orejas. Dicen que miden el nivel de sonido para un ambiente plácido y creativo.¿Será asi?