lunes, 28 julio, 2025
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La candidata comunista de Chile suma un respaldo clave y desafía a Milei: Tendrá que hablar con esta zurda de mierda

SANTIAGO, Chile.– La Democracia Cristiana chilena, partido clave del antiguo centro político y protagonista de la transición a la democracia, resolvió en su última Junta Nacional apoyar la candidatura presidencial de Jeannette Jara, militante comunista y exministra del gobierno de Gabriel Boric.

El gesto reveló un realineamiento del progresismo chileno en un momento en que la izquierda busca cohesionar su espectro político de cara a las elecciones de noviembre.

El respaldo a la candidata del oficialismo removió viejas tensiones ideológicas y reconfiguró, nuevamente, los bordes identitarios del histórico partido de centroizquierda. Así lo evidenció la renuncia del presidente de la Democracia Cristiana, Alberto Undurraga, que dejó la testera tras conocerse la votación de la Junta Nacional, que además decidió sumarse a una lista única para competir en las elecciones parlamentarias.

Jeannette Jara, candidata del Partido Comunista, abraza a una simpatizante antes de votar en las elecciones primarias organizadas por la coalición Unidos por Chile, con el fin de elegir al candidato del partido gobernate para las próximas elecciones presidenciales, el domingo 29 de junio de 2025, en Santiago, ChileEsteban Felix – AP

Hoy la Junta Nacional ha decidido respaldar en primera vuelta a la candidata presidencial del oficialismo. He planteado en el debate que esta decisión es un error, por diversas razones doctrinarias, programáticas, políticas y electorales”, escribió Undurraga en su carta de salida, evidenciando el malestar de un sector importante de la militancia, que sostiene que el Partido Comunista es ideológicamente incompatible con el humanismo cristiano.

Desde el otro lado del acuerdo, la reacción fue distinta. “Agradezco sinceramente el respaldo del @PDC_Chile a esta candidatura. Sé que el camino recién comienza, y asumo con humildad la tarea de ganarme el corazón y la confianza del pueblo democratacristiano. Este no es solo un acuerdo político, es un compromiso con un Chile más justo y unido”, escribió Jeannette Jara en su cuenta de X.

La imagen de un comunista en La Moneda no le resulta ajena a la Democracia Cristiana, pero sí incómoda. Aunque ambas fuerzas compartieron el poder durante los años de la Concertación —la coalición que gobernó Chile desde el fin de la dictadura de Pinochet hasta 2010—, el Partido Comunista solo fue incorporado al oficialismo durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Hasta entonces, la DC había mantenido un veto tácito hacia el PC, alimentado por una memoria histórica que aún divide aguas: los roles enfrentados que ambos partidos jugaron en los años previos al golpe militar de 1973 y sus visiones irreconciliables sobre el camino al socialismo.

“Evidentemente, este tipo de decisiones genera riesgos de fracturas en la DC. Pero si de algo se nutre la historia del partido es precisamente de divisiones. Los anteriores intentos de formar otros partidos han tenido un escaso éxito electoral, demostrando que el pragmatismo está en el ADN de la DC. Esto, evidentemente, los alejará del votante moderado, pero contribuye a fortalecer las bases más duras de la DC, que añoran los años de la antigua Concertación y Nueva Mayoría”, dijo a LA NACION Mario Herrera, cientista político y académico de la Universidad de Talca.

Jorge Schaulsohn, abogado y uno de los rostros emblemáticos de la Concertación de los años 90, fue más duro. “La culpa y la necesidad han terminado por convertirla [a la Democracia Cristiana] en un vagón de cola del oficialismo, obligada a respaldar una candidatura del Partido Comunista sin condiciones ni contrapartidas. Ya no lidera ni propone. Solo sobrevive. El partido que alguna vez encarnó una esperanza de transformación democrática hoy se arrastra sin dignidad, enredado en una atracción fatal hacia la izquierda”, señaló en una columna en el sitio Ex-Ante.

En paralelo, las encuestas indican un escenario incierto para la candidata. Si bien logra puntuar en una primera vuelta, cae en un eventual ballotage frente a sus contendores de derecha, quienes la derrotarían con más de un 60% de los votos.

De acuerdo a Black & White —sondeo aplicado entre el 22 y 23 de julio—, en la primera vuelta presidencial una mayoría relativa (35%) votaría por Jeannette Jara, un 32% por José Antonio Kast, un 15% por Evelyn Matthei y un 10% por Johannes Kaiser.

Los candidatos presidenciales chilenos José Antonio Kast, del Partido Republicano, y Jeannette Jara, de la coalición Unidad por Chile, conversan tras una reunión de la Cámara de Comercio de Santiago previa a las elecciones de noviembre, en Santiago, Chile, el jueves 24 de julio de 2025.Esteban Felix� – AP�

El apoyo democratacristiano a Jara también removió las aguas al interior del oficialismo, donde las demás fuerzas que integran el pacto de gobierno, como el Frente Amplio, el Partido Socialista y el Partido Liberal, ven con buenos ojos la ampliación del bloque, pero con cautela ante las implicancias simbólicas y prácticas de una convergencia con el PC en torno a una figura presidencial. La unidad a toda costa, advierten algunos, podría tener un alto precio en el centro político, históricamente clave para ganar en segunda vuelta.

Mientras tanto, en la derecha el sorpresivo respaldo de la DC a una candidata comunista ha sido leído como una oportunidad estratégica. Tanto en el Partido Republicano como en Chile Vamos han coincidido en que este movimiento podría dejar huérfanos a votantes de centro desencantados con la deriva ideológica de la falange. La apuesta es canalizar ese voto flotante a través de un discurso de orden, estabilidad y crecimiento económico.

“Esto deja a la derecha con la oportunidad de recuperar a ese votante democratacristiano clásico que no se siente representado por el PC ni por el Frente Amplio”, comentó una fuente del comando de Evelyn Matthei. La exalcaldesa de Providencia ha reforzado su discurso socialcristiano y su énfasis en la eficiencia del Estado, con guiños directos a antiguos votantes de centro, en un intento por instalarse como la opción más transversal del sector opositor.

Los candidatos presidenciales chilenos José Antonio Kast, del Partido Republicano; Jeannette Jara, de la coalición Unidad por Chile Oficial; y Evelyn Matthei, de la coalición Chile Vamos, reciben balanzas tras una reunión de la Cámara de Comercio de Santiago previa a las elecciones de noviembre, en Santiago, Chile, el jueves 24 de julio de 2025.Esteban Felix� – AP�

Jeannette Jara, por su parte, ha asumido su rol con un tono desafiante, consciente de que su candidatura encarna una confrontación ideológica tanto dentro como fuera de Chile.

En una entrevista al diario El País, respondió sin matices y apuntó al presidente argentino cuando se le preguntó como abordaría una relación entre ambos países: “Milei tendrá que hablar con esta ‘zurda de mierda’, si él quiere a su país como yo quiero al mío”, señaló

La frase circuló ampliamente en redes sociales y fue celebrada por sectores progresistas como una muestra de carácter frente a la ola conservadora que ha ganado terreno en la región, como Nayib Bukele.

“Hay un grito importante por fortalecer la seguridad y que, seguramente, no se conocen los detalles de la estrategia de Bukele, que muchas veces colisiona con los derechos humanos”, indicó Jara que declaró en la misma publicación que en Venezuela existía “una grave crisis de la democracia”.

Con todo, la respuesta de Jara también puso en evidencia el tipo de liderazgo que propone: uno sin eufemismos, con orgullo de su filiación comunista y dispuesto a tensar las formas tradicionales del poder. Un estilo que, al menos por ahora, obliga a toda la izquierda a alinearse. Y que tensiona, de paso, las costuras de la antigua centroizquierda chilena.

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